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domingo, 9 de junio de 2013

Diga NO a la agresión publicitaria.

La publicidad no me controlará

El objetivo de un anuncio publicitario es dar información acerca de un producto o servicio para que la gente acuda a comprar o utilizar lo anunciado. La información que se da debe corresponder a la verdad y ser  bastante clara a fin de que el consumidor no se confunda y...
crea una cosa por otra.

En los últimos ciento cincuenta años han aparecido grandes descubrimientos e inventos que han transformado la forma de vida de la gente con la oferta de infinidad de productos nuevos que  nuestros antepasados ni siquiera pudieron imaginar que existirían alguna vez.

Muchos de esos inventos contribuyen a que la vida sea más placentera, segura y saludable. Desafortunadamente tenemos que aceptar el hecho de que no todos podemos disfrutar de las ventajas del progreso de estos tiempos... uff... cuestan mucho más dinero del que poseemos o ganamos.

A pesar del inviolable impedimento que tiene la población para aprovechar tantas maravillas de la actualidad; la publicidad, el mercadeo y la cultura de consumo se empeñan en sembrar en nuestro cerebro la idea de que no podemos vivir sin utilizar todos los inventos del momento.

Esta intoxicación psicológica lleva a las personas a estados de frustración, desesperación y rebeldía, lo cual se traduce en enfermedades, destrucción de familias y delincuencia.

 En algunas librerías tienen muchos libros diferentes con un tema común denominado “comportamiento del consumidor”. En esos libros se analiza minuciosamente nuestra forma de pensar, mirar, hablar, sentir y actuar en relación a los bienes y servicios que oferta el mercado.

Estudian qué colores, olores, sabores, textura, etc, son de nuestro agrado para con toda esa información diseñar un plan dirigido a convencer, inducir o manipular mentalmente al consumidor; hasta el extremo de que algunos usan mensajes audiovisuales a través de la radio, la televisión y otros medios que han sido elaborados para ser percibidos sub-conscientemente, es decir, recibimos los mensajes sin estar conscientes de lo que oímos o vemos.

Claramente este método de publicidad invade aspectos íntimos de nuestro ser, con la finalidad de reducir o controlar nuestra capacidad para pensar, decidir y elegir. Esa publicidad pretende grabar en nuestra mente una especie de programa de computadora que nos ordene actuar según los intereses del autor de la invasión publicitaria.

Esa avariciosa agresión a la inocencia de nuestras debilidades a menudo conduce gente al borde del abismo y... algunos se lanzan.

Para enfrentar la publicidad tenemos que “sacar de abajo” “hacer de tripas corazón”. Para empezar, pensemos que las únicas necesidades que tenemos la obligación de atender son las mismas que tenia la gente miles de años atrás, o sea las necesidades básicas, y a partir de ahí, con el dinero que todavía nos quede en el bolsillo, {no con el que ofrecen los prestamistas}, pasar a comodidades y utilidades de estos tiempos.

Esto no significa que no aspiremos a disfrutar de un carro, una casa amplia, un fin de semana en un centro turístico y una cama ortopedonomatopéyica. ¿Qué significa eso?

Ojalá todos podamos degustar esos encantos, pero... tristemente no se puede. Si usted corre en el carril de los que ganan mensualmente 10,000 pesos, no intente pasar al carril de los que ganan 20,000 porque si lo hace; seducido por los cantos de sirena de la publicidad; unos cuantos meses después será rebotado no a su carril de origen sino al de los que ganan 5,000. 

Si permanece más tiempo en el carril equivocado será lanzado a la cuneta porque ya su salario sólo alcanzará para pagar deudas o quizás peor, para pagar sólo intereses de esas deudas. Y mire...ahí es que la cosa se pone color de hormiga. Se lo digo por experiencia.

PUBLICIDAD DE ARRASTRE.

Entre tantos recursos que utiliza la publicidad, uno de ellos es el de aprovechar a lideres deportivos, artísticos y figuras de los medios de comunicación para promover sus productos, dentro de una estrategia que busca usar la fama de estos individuos para que arrastren como “vacas al despeñadero” aquellas personas que los siguen y quieren por sus hazañas dando jonrones, cantando o en otra actividad.

Si somos fanáticos del béisbol tenemos que poner bien en claro que ese toletero que acaba de romper la marca de jonrones de todos los tiempos es el mejor, es lo máximo, pero sólo en el juego de pelota, dando garrotazos.

Ese líder deportivo que está cobrando una exorbitante cantidad de dinero para que diga y haga lo que interesa al dueño del anuncio, es probable que sepa menos que usted de electrodomésticos, bancos y alimentos.

Asimismo hay comentaristas de radio y televisión que gozan de gran aprecio y credibilidad en la población por la seriedad que exhiben cuando tratan temas sociales, políticos, etc.

Esa credibilidad arrastra la aceptación de su público hacia los productos y servicios que ellos anuncian en su propia voz y figura, por lo que el mismo cuidado y responsabilidad que aplican a una noticia o comentario, también debe estar presente en sus anuncios.

No prestarse a declaraciones tremendistas, engañosas o falsas que actúan en perjuicio de la gente y anulan lo bueno o positivo que hayan conseguido con algunas de sus posiciones o comentarios.

Veamos un ejemplo. La campaña de los comentaristas de radio y televisión puede ayudar a conseguir un aumento de salario pero al mismo tiempo sus anuncios pueden inducir a la población al despilfarro en juegos y diversión. A pérdidas en productos y servicios de muy mala calidad o presentados con datos falsos o engañosos por esos mismos comentaristas.

ANUNCIOS POSITIVOS.

Cabe señalar que no toda la publicidad es manipuladora o marcadamente interesada. También hay o ha existido mucha publicidad educativa, gratificante y rescatista de valores.

A menudo uno siente que este tipo de anuncio debería permanecer para siempre en los medios de comunicación y no recibir el tratamiento de rigor que le aplican indiscriminadamente a todos, sin importar si son buenos, malos o sin ton ni son.

A todos los sacan de los medios después que el dueño o la publicitaria consideran que ha cumplido su objetivo o que ya está muy gastado y no despierta el interés de los consumidores.

Uno de esos anuncios que debió quedarse para siempre fue presentado hace algunos años por el Banco de Reservas en la televisión. En ellos aparecían micro y pequeños empresarios en sus labores, quienes habían progresado fruto de su arduo trabajo y hábitos de ahorro.

Esos anuncios eran un homenaje monumental a esos dos valores fundamentales que son el trabajar y ahorrar, componentes de base para todo progreso sostenible del individuo, familia y la nación.

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