La publicidad no me controlará
El objetivo de un anuncio
publicitario es dar información acerca de un producto o servicio para que la
gente acuda a comprar o utilizar lo anunciado. La información que se da debe
corresponder a la verdad y ser bastante
clara a fin de que el consumidor no se confunda y...
crea una cosa por otra.
crea una cosa por otra.
En los últimos ciento cincuenta años
han aparecido grandes descubrimientos e inventos que han transformado la forma
de vida de la gente con la oferta de infinidad de productos nuevos que nuestros antepasados ni siquiera pudieron
imaginar que existirían alguna vez.
Muchos de esos inventos contribuyen a
que la vida sea más placentera, segura y saludable. Desafortunadamente tenemos
que aceptar el hecho de que no todos podemos disfrutar de las ventajas del
progreso de estos tiempos... uff... cuestan mucho más dinero del que poseemos o
ganamos.
A pesar del inviolable impedimento
que tiene la población para aprovechar tantas maravillas de la actualidad; la
publicidad, el mercadeo y la cultura de consumo se empeñan en sembrar en
nuestro cerebro la idea de que no podemos vivir sin utilizar todos los inventos
del momento.
Esta intoxicación psicológica lleva a las personas a estados de
frustración, desesperación y rebeldía, lo cual se traduce en enfermedades,
destrucción de familias y delincuencia.
En algunas librerías tienen muchos libros
diferentes con un tema común denominado “comportamiento del consumidor”. En
esos libros se analiza minuciosamente nuestra forma de pensar, mirar, hablar,
sentir y actuar en relación a los bienes y servicios que oferta el mercado.
Estudian qué colores, olores, sabores, textura, etc, son de nuestro agrado para
con toda esa información diseñar un plan dirigido a convencer, inducir o
manipular mentalmente al consumidor; hasta el extremo de que algunos usan
mensajes audiovisuales a través de la radio, la televisión y otros medios que
han sido elaborados para ser percibidos sub-conscientemente, es decir,
recibimos los mensajes sin estar conscientes de lo que oímos o vemos.
Claramente este método de publicidad
invade aspectos íntimos de nuestro ser, con la finalidad de reducir o controlar
nuestra capacidad para pensar, decidir y elegir. Esa publicidad pretende grabar
en nuestra mente una especie de programa de computadora que nos ordene actuar
según los intereses del autor de la invasión publicitaria.
Esa avariciosa
agresión a la inocencia de nuestras debilidades a menudo conduce gente al borde
del abismo y... algunos se lanzan.
Para enfrentar la publicidad tenemos
que “sacar de abajo” “hacer de tripas corazón”. Para empezar, pensemos
que las únicas necesidades que tenemos la obligación de atender son las mismas
que tenia la gente miles de años atrás, o sea las necesidades básicas, y a
partir de ahí, con el dinero que todavía nos quede en el bolsillo, {no con el
que ofrecen los prestamistas}, pasar a comodidades y utilidades de estos
tiempos.
Esto no significa que no aspiremos a
disfrutar de un carro, una casa amplia, un fin de semana en un centro turístico
y una cama ortopedonomatopéyica. ¿Qué significa eso?
Ojalá todos podamos degustar esos
encantos, pero... tristemente no se puede. Si usted corre en el carril de los
que ganan mensualmente 10,000 pesos, no intente pasar al carril de los que
ganan 20,000 porque si lo hace; seducido por los cantos de sirena de la
publicidad; unos cuantos meses después será rebotado no a su carril de origen
sino al de los que ganan 5,000.
Si permanece más tiempo en el carril equivocado
será lanzado a la cuneta porque ya su salario sólo alcanzará para pagar deudas o quizás peor, para pagar sólo intereses de
esas deudas. Y mire...ahí es que la cosa se pone color de hormiga. Se lo
digo por experiencia.
PUBLICIDAD DE ARRASTRE.
Entre tantos recursos que utiliza la
publicidad, uno de ellos es el de aprovechar a lideres deportivos, artísticos y
figuras de los medios de comunicación para promover sus productos, dentro de
una estrategia que busca usar la fama de estos individuos para que arrastren
como “vacas al despeñadero” aquellas personas que los siguen y quieren
por sus hazañas dando jonrones, cantando o en otra actividad.
Si somos fanáticos del béisbol
tenemos que poner bien en claro que ese toletero que acaba de romper la marca
de jonrones de todos los tiempos es el mejor, es lo máximo, pero sólo en el
juego de pelota, dando garrotazos.
Ese líder deportivo que está cobrando una
exorbitante cantidad de dinero para que diga y haga lo que interesa al dueño
del anuncio, es probable que sepa menos que usted de electrodomésticos, bancos
y alimentos.
Asimismo hay comentaristas de radio y
televisión que gozan de gran aprecio y credibilidad en la población por la
seriedad que exhiben cuando tratan temas sociales, políticos, etc.
Esa
credibilidad arrastra la aceptación de su público hacia los productos y
servicios que ellos anuncian en su propia voz y figura, por lo que el mismo
cuidado y responsabilidad que aplican a una noticia o comentario, también debe
estar presente en sus anuncios.
No prestarse a declaraciones tremendistas, engañosas
o falsas que actúan en perjuicio de la gente y anulan lo bueno o positivo que
hayan conseguido con algunas de sus posiciones o comentarios.
Veamos un ejemplo. La campaña de los
comentaristas de radio y televisión puede ayudar a conseguir un aumento de
salario pero al mismo tiempo sus anuncios pueden inducir a la población al
despilfarro en juegos y diversión. A pérdidas en productos y servicios de muy
mala calidad o presentados con datos falsos o engañosos por esos mismos
comentaristas.
ANUNCIOS POSITIVOS.
Cabe señalar que no toda la
publicidad es manipuladora o marcadamente interesada. También hay o ha existido
mucha publicidad educativa, gratificante y rescatista de valores.
A menudo uno
siente que este tipo de anuncio debería permanecer para siempre en los medios
de comunicación y no recibir el tratamiento de rigor que le aplican
indiscriminadamente a todos, sin importar si son buenos, malos o sin ton ni
son.
A todos los sacan de los medios después que el dueño o la publicitaria
consideran que ha cumplido su objetivo o que ya está muy gastado y no despierta
el interés de los consumidores.
Uno de esos anuncios que debió
quedarse para siempre fue presentado hace algunos años por el Banco de Reservas
en la televisión. En ellos aparecían micro y pequeños empresarios en sus
labores, quienes habían progresado fruto de su arduo trabajo y hábitos de
ahorro.
Esos anuncios eran un homenaje
monumental a esos dos valores fundamentales que son el trabajar y ahorrar,
componentes de base para todo progreso sostenible del individuo, familia y la
nación.
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