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lunes, 9 de septiembre de 2013

Control de gastos

No tomaré préstamos ni fiao con intereses... y así aprovecharé todo mi dinero

En algunas ocasiones recibí  dinero que creí poder dejar guardado en el banco por mucho tiempo, sin embargo unos cuantos días después no quedaba un centavo. ¿En que se fueron?. ¿Se evaporaron? Vamos a tratar de descubrir todas aquellas situaciones en las que gastamos dinero inconscientemente, sin planificación y  sin que llevemos cuenta de esos gastos.


GASTOS DE UN SÓLO DÍA

Con frecuencia la familia me reclama gastos que cuando pongo alguna resistencia me responden diciendo: “pero si ese es un gasto de un sólo día”. Eso parece cierto hasta que nos ponemos a contar esos “un sólo día”. De modo que pongamos atención a este fenómeno para adoptar un plan que nos permita actuar con más consciencia.

Identificar todas las situaciones de un “sólo día”.
Sumarlas.
Planificar y asignar limites de gastos para cada caso aceptado.
Eliminar o evitar los casos que se pueda.

A) IDENTIFICACIÓN DE GASTOS DE UN SÓLO DÍA

Cumpleaños.
♥ Graduaciones.
♥ Lanzamiento de graduación.
♥ Gastos de navidad.
♥ Año nuevo.
♥ Los reyes magos.
♥ Gastos de año nuevo.
♥ Angelitos.
♥ Atención a visitas.
♥ Regalos para matrimonios.                                                                                                                                                                                                                               
♥ Regalos para nacimientos.
♥ Baby shower
♥ Ayudas a familiares y amigos.
♥ Ayudas para desastres naturales.
♥ Aniversario de bodas.
♥ Día de las madres.
♥ Día de los padres.
♥ Viajes.
♥ Diversiones.
♥ Gastos médicos.
♥ Compras especiales.
♥ Expo-Cibao y otras ferias.
♥ Feria del libro.
♥ Pintar la casa.
♥ Cambiar muebles.
♥ Electrodomésticos.


TRAMPAS DE GASTOS

En nuestra vida cotidiana aparecen situaciones que cuestan dinero disfrazadas como si no costaran nada. Otras aparentan costar una cantidad aceptable y luego resulta que su costo real es muy superior al que habíamos creído.

Una de esas situaciones se da con los celulares cuando alguien del entorno familiar o de amistades le dice a otro:
--“Dame un minuto de tu celular”. Pero lo que entramos en un celular es dinero, no tiempo. Si negamos ese minuto, que fácilmente se pasa a 2, 3 y más; hasta puede llegar a creerse que le negamos un minuto de nuestro tiempo a un ser querido.

Usted mismo puede llegar a decirse: --“Que malo soy”. Sin embargo usted negó dinero para que no lo gastara innecesariamente alguien que podría ser  fanátic@ de la charla por celular, para conversar sobre algún asunto como… ¿por dónde le entra el agua al coco?, o ¿Sabes lo que hizo fulana anoche en la fiesta?, ¡HAY! mi madre…--Oye esto…

Es muy común  la mentalidad de “eso no cuesta nada” para referirse a algo que ya se compró o está a la espera de una real necesidad para ser utilizado. Ese criterio también hace mucho daño al aplicarlo a los servicios públicos como el suministro de agua y electricidad.

A la sombra de “eso no cuesta nada”, muchos pobres no apagamos bombillos, no le ponemos interruptores, desperdiciamos el agua y no reparamos inodoros, llaves, tuberías, etc. Por esa razón todos esos servicios deben suministrarse con equipos que midan el consumo, aunque haya subsidio para una parte del mismo.
 Lo importante es que el ciudadano sepa que mientras más consume más paga.

Existen muchas otras situaciones inocentemente engañosas así como otras con celaje de estafa.

Algunos colegios son verdaderos barriles sin fondo que se convierten en reales peligros económicos para las familias de sus alumnos. Estos mantienen en permanente zozobra a sus clientes con demandas forzosas de dinero para actividades, viajes, proyectos, ayudas y hasta para muebles, como si fuésemos socios o accionistas.

Hace varios años en un colegio planeaban que los muchachos de último año de bachillerato celebraran su graduación durante 3 días en un centro turístico. Los cuartos para pagar esa encantadora estadía saldrían de los bolsillos de cada familia con hijos en aquel colegio, a razón de una cuota de dinero por cada hijo. La razón dada para tan bello proyecto fue  que esos muchachos “se lo merecían”.

Para ese entonces yo tenía 4 o 5 niñas en ese colegio, becadas por la empresa donde trabajaba. En medio de mi angustia, en aquella memorable reunión para padres y madres, atiné a decir dos cosas:

a) Que no podía pagar a otros un lujo que yo nunca me había dado.
b) Pregunté qué tipo de ciudadanos estábamos formando al enseñarles que hasta esos lujosos y costosos placeres podían obtenerlos sin ningún esfuerzo, sin hacer nada.

Es en verdad imposible planificar los gastos en uno de esos colegios porque cualquier miércoles en que uno no tiene un chele le sale un hijo con que al otro día tiene que llevar varios cientos de pesos y que si no lo hace tendrá problemas.

En otro escenario, ya usted podría estar disfrutando de ciertas comodidades que adecuadamente ha ido adquiriendo al paso del tiempo, pero todavía siente que existen otras necesidades no satisfechas o que hay que hacer más inversiones para completar la utilidad o propósito de algún servicio.

Dispone de varios artefactos eléctricos que le suplen comodidad, entretenimiento, educación, etc. Pero en cualquier momento falla el suministro de energía eléctrica. ¿Cómo nos sentimos cuando esto ocurre en el momento que la película está en su mejor memento o estamos haciendo un trabajo en la computadora que hay que llevar al otro día a la escuela, universidad o el trabajo?

En esos momentos de frustración podemos ser presa del compulsivo impulso de salir a comprar un inversor con cuatro baterías, sin que tengamos un peso disponible para ese gasto ni en ahorros, ni en sobrante del salario para hacer los pagos mensuales al tomarlo a crédito. En casos como éste tenemos que reflexionar y pensar seriamente en el lío en que nos vamos a meter.

Hace 9 años se dañó completamente la lavadora de mi familia en momentos en que no había dinero para comprar otra. Tampoco podíamos cogerla “fiá” porque todos los meses estábamos “cruzao” con los compromisos y pago de deudas. ¿Qué hacer?
Acordamos quedarnos sin ese aparato durante los siguientes 5 meses, fecha para la cual recibiría un dinerito con el cual compraría el equipo. Acordamos que cada quien lavaría su ropa a mano, teniendo yo que fajarme con los duros pantalones del uniforme de mi empleo. Al cabo de 2 meses la presión de la familia para que comprara el artefacto se hizo insoportable, así que tuve que buscar prestado  más dinero con intereses para comprar la bendita lavadora.

Ya para muchos pobres es prácticamente imposible vivir sin una lavadora y lo peor es que creemos que eso es verdad.

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